Crónica de una elección de fiscal general anunciada.

Opaca, circense, politiquera e inverecunda… así es la pantomima del concurso para “escoger” al próximo fiscal general del Ministerio Público.

El remolino del segundo piso del edificio de travertino, marea, ataranta, manda de vacaciones e incapacita a algunos, para que los votos se alineen al antojo de la que manda y reporta a la soda de Esparza.

Meses de trámites, hojas de vida, entrevistas y show de títeres… pero la tenebrosa #corteprofunda hará de las suyas…

La paila de las componendas, el juego de chapas entre la y el aspirante a la silla que pronto dejará Cruz, las tremendas presiones de la poderosa argolla de la Navas (Kenya incluida), con incapacidades y vacaciones para algunos magistrados “temerosos”, dará como resultado la elección del oculto Wagner Molina, el ungido de los políticos con toga.

Claro está, salvo que alguno del triunvirato magistral apague el tinamaste del garete Arroyo y Carlitos Malavides.

¿Para qué tanto tiempo y tanto gasto? ¡Ridículos!

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